Eseemeseros
Señores, he creado este palabro para describir una clase específica de subnormales que por desgracia cada vez abunda más, y que debido a la extensión de internet, parece que aumentara exponencialmente, cual hongos tras una lluvia copiosa en el bosque.
Todo el que haya escrito al dictado alguna vez ha usado contracciones de palabras. Es normal, sobre todo en clase, dado que la velocidad de palabra de los profesores suele obligar a sacarse las castañas del fuego. Y está bien; al fin y al cabo, es un código que empleas para ti mismo y que nadie más va a sufrir.
Con la proliferación de los teléfonos móviles, y por supuesto, de los mensajes, esta técnica de escritura se ha difundido hasta límites insospechados (llega a haber subnormalidades del tipo diccionario español-sms, que es que manda cojones) Sin embargo, y a pesar de que me gusta bastante poco, este tipo de escritura tiene una razón de ser muy concreta, y muy lógica; dado que los mensajes, o SMS, tienen una longitud en caracteres muy reducida, el uso de contracciones tiene el objeto de comprimir la mayor cantidad de significado mediante la menor cantidad de significante posible. Razonable, nada que objetar (aunque yo generalmente trato de hacer uso de contracciones el mínimo imprescindible, dado que me rechina leer esos mensajes llenos de letras solas...)
A raíz de que, entre otras cosas, nuestro sistema educativo cada vez se preocupa más de que los pequeños cabrones no se traumaticen mucho (veáse la entrada de los cojines) y no de impartir conocimiento (somos unos ingenuos, después de todo, ¿a qué degenerado se le ocurre pensar que en una escuela vayan a enseñar a escribir a sus alumnos?) cada vez hay más gente que escribe haciendo caso omiso de cosas tan banales como los signos de puntuación, las mayúsculas, los espacios...
Después de todo, ya que cada vez somos más conscientes de nuestras libertades, ¿por qué constreñirnos por unas normas de escritura fascistas, que coartan nuestra libertad de expresion? ¿Por qué no limitarnos a escribir en ese puro lenguaje de la mente, que no hace distinciones entre fonémas, y surge libre como los pájaros?
Así, (y sé que este parrafo me va a costar un capón de alguien amado, pero tengo que hacerlo) tenemos a montones de aprendices de James Joyce, que, inspirados por su monólogo interior, hacen gala de una cultura extensa, rica, y que llena de vida interior su discurso escrito.
Pero, espera, no. !El monólogo interior es un coñazo insufrible! Y su autor, que era un jodido borracho irlandés pelmazo, tuvo solo un elemento que lo salvaba de la quema, y es que él sí era original. Lo que solo nos puede llevar a una cosa; los esemeseros, o sea, los que deciden escribir en todos sitios como si estuvieran escribiendo un SMS, son unos analfabetos, unos imbéciles, unos vagos del quince, o todo ello junto en algún caso.
A todos se nos puede colar alguna abreviatura de vez en cuando. Todos escribimos rápido en alguna circunstancia, y no es para echarse a llorar. Sin embargo, yo personalmente, cuando tengo que leer un párrafo que mide lo que mi brazo, en la que el autor no ha tenido ni la cortesía de darme el respiro, no ya de un punto y a parte, sino de una coma bien puesta (que esa es otra, cuando deciden que una coma quedaría la mar de elegante en su sesuda intervención, la ponen así, donde caiga...) prefiero intentar resolver crucigramas.
No seas uno de ellos.
Todo el que haya escrito al dictado alguna vez ha usado contracciones de palabras. Es normal, sobre todo en clase, dado que la velocidad de palabra de los profesores suele obligar a sacarse las castañas del fuego. Y está bien; al fin y al cabo, es un código que empleas para ti mismo y que nadie más va a sufrir.
Con la proliferación de los teléfonos móviles, y por supuesto, de los mensajes, esta técnica de escritura se ha difundido hasta límites insospechados (llega a haber subnormalidades del tipo diccionario español-sms, que es que manda cojones) Sin embargo, y a pesar de que me gusta bastante poco, este tipo de escritura tiene una razón de ser muy concreta, y muy lógica; dado que los mensajes, o SMS, tienen una longitud en caracteres muy reducida, el uso de contracciones tiene el objeto de comprimir la mayor cantidad de significado mediante la menor cantidad de significante posible. Razonable, nada que objetar (aunque yo generalmente trato de hacer uso de contracciones el mínimo imprescindible, dado que me rechina leer esos mensajes llenos de letras solas...)
A raíz de que, entre otras cosas, nuestro sistema educativo cada vez se preocupa más de que los pequeños cabrones no se traumaticen mucho (veáse la entrada de los cojines) y no de impartir conocimiento (somos unos ingenuos, después de todo, ¿a qué degenerado se le ocurre pensar que en una escuela vayan a enseñar a escribir a sus alumnos?) cada vez hay más gente que escribe haciendo caso omiso de cosas tan banales como los signos de puntuación, las mayúsculas, los espacios...
Después de todo, ya que cada vez somos más conscientes de nuestras libertades, ¿por qué constreñirnos por unas normas de escritura fascistas, que coartan nuestra libertad de expresion? ¿Por qué no limitarnos a escribir en ese puro lenguaje de la mente, que no hace distinciones entre fonémas, y surge libre como los pájaros?
Así, (y sé que este parrafo me va a costar un capón de alguien amado, pero tengo que hacerlo) tenemos a montones de aprendices de James Joyce, que, inspirados por su monólogo interior, hacen gala de una cultura extensa, rica, y que llena de vida interior su discurso escrito.
Pero, espera, no. !El monólogo interior es un coñazo insufrible! Y su autor, que era un jodido borracho irlandés pelmazo, tuvo solo un elemento que lo salvaba de la quema, y es que él sí era original. Lo que solo nos puede llevar a una cosa; los esemeseros, o sea, los que deciden escribir en todos sitios como si estuvieran escribiendo un SMS, son unos analfabetos, unos imbéciles, unos vagos del quince, o todo ello junto en algún caso.
A todos se nos puede colar alguna abreviatura de vez en cuando. Todos escribimos rápido en alguna circunstancia, y no es para echarse a llorar. Sin embargo, yo personalmente, cuando tengo que leer un párrafo que mide lo que mi brazo, en la que el autor no ha tenido ni la cortesía de darme el respiro, no ya de un punto y a parte, sino de una coma bien puesta (que esa es otra, cuando deciden que una coma quedaría la mar de elegante en su sesuda intervención, la ponen así, donde caiga...) prefiero intentar resolver crucigramas.
No seas uno de ellos.
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