Thursday, April 27, 2006

Un gran amigo mío, Tertulianus, que además de ser una de las mejores personas que conozco en este mundo, es también muy leído, el chaval, me dice que una de mis mayores virtudes, y a la vez, uno de mis mayores defectos, son la misma cosa: llamar a las cosas por su nombre.
La sociedad en la que vivímos, tan políticamente correcta ella, nos tiene acostumbrados a rodearnos de cojines, a que no nos hagamos pupa con la realidad. De un tiempo a esta parte, además, nuestros gobiernos, tan sabios ellos, además, refuerzan esto prohibiendo con cada vez más fruicción, toooodo lo que pueda ser perjudicial para nosotros. Mirad el tema del tabaco, o el alcohol, que es lo que viene ahora, si me fio de un amigo que trabaja en el ministerio de salud. O a la DGT, intentado penar con carcel (¡con cárcel, por el amor de diox!) la velocidad excesiva.
Podría poner más ejemplos, pero mejor me callo, porque se me enciende la sangre, y es malo para mi salud, delicada como todos sabeis.
No me malinterpreteis, me parece de puta madre la prohibición del tabaco, pero no por las razones que esgrime nuestro gobierno del “buen rollito”. Me parece de puta madre porque es asqueroso, y me jode, personalemente el humo y el olor. Pero me jode que le estemos dando tanto poder a una gente que demuestra una y otra vez que es analfabeta, estúpida, egoista y autocomplaciente. No, no hablo de la SGAE, aunque esos también deberían tener lo suyo.
Imperator tiene en su blog una reata (buscad en el diccionario los que no sepais que es, anda. En la RAE el significado está el 3º o el 4º) de individuos a los que no les han dicho nada claro en su puta vida, parece. Y es triste. Es triste porque los almohadones son algo que no estará siempre ahí. Y cuando se los quiten de debajo, hay varios millones de personas que se llevará una hostia mucho mayor por el hecho de que no está acostumbrados a que la relidad es dura, durísima. Fijaos que he dicho cuando, no si. Porque, en algún momento, todos nos quedamos sin cojín. A veces salímos mejor librados, otras, es la última.
Como me dijeron en la mili, lo del “es que yo crei que... es que yo pensé que...” nunca ha valido ni para tomar por el culo.
Pero eso sí, nunca perdamos el talante, no dejemos de respetar a tooooooodo el mundo, aunque no nos respeten y quieran jodernos pero bien. Nunca dejemos de poner la otra mejilla y de pensar que a base de ser gilipollas y blando todo nos va a ir bien en la vida. No perdamos el buen rollito.

P.D: Creo que últimamente estoy leyendo demasiado a Pérez-Reverte. Ojalá lo hiciera más gente.