Monday, April 24, 2006

Mi historia comienza en Spielburg, hace ya tanto tiempo. Años. Empecé matando goblins en emboscadas, a pedradas, limpiando establos, aprendiendo a correr de los monstruos más grandes. Pero pronto me enfrenté a los grandes peligros que se cernían sobre el valle. Encaré a la vieja Baba Yaga, liberé de su forma animal a un baronet hechizado, desarmé una peligrosa banda de bandidos que aterrorizaban la región al privarles de su jefe. Me llamaron “héroe”.

Pero mis aventuras no habían hecho sino empezar. Acompañé a los kattas a Shapeir, pues negros peligros se cernían sobre la ciudad de las maravillas. Allí liberé a un hermosa mujer de su forma arbórea recordandole lo que es ser humano, peleé con elementales de aire, tierra, fuego, y agua, entablé amistad con Rakeesh, un verdadero paladín leontauro, impedí que Ad Avis, un oscuro hechicero trajera a este mundo a un malvado efreet y devolví al trono al emir de Raseir. El sultán de esa tierra me llamó su hijo, y volvieron a llamarme “héroe”.

No mucho después, Tarna, la tierra de Rakeesh necesitó que avandonara el palacio adoptivo del Sultán, y que impidiera una guerra entre los hombres de la savana y los hombres leopardo, que moran en la jungla. Desbaraté así los planes de un demonio de traer al mundo una horda que acabaría con este; y, sin embargo, antes de que pudiese celebrarlo, caí preso de la más negra hechicería, y arrancado de las manos de mis amigos.

Cuando desperté, me encontraba en un lugar aterrador. Logré escapar de la cueva del Oscuro, y con mucho esfuerzo, y mucho tiempo, ganarme la confianza de los atemorizados habitantes de Mordavia. Cómo había llegado allí, lo descubriría pronto; mi antiguo enemigo, Ad Avis, y su Maestro, me habían tendido una trampa, y querían utilizarme para traer al mundo de nuevo a uno de los seres más malignos, oscuros y peligrosos de este universo. Por el camino, fui testigo del sacrificio de un “monstruo” por la niña que amaba, una niña que por su sacrificio dejó de ser vampiro. Quemé la oscura iglesia de los adoradores del Oscuro. Me enamoré de una criada del castillo local, y aún recuerdo su bucles rojizos, y su mirada ardiente. Devolví la gracia a un bufón gnomo, cuyos chistes aburrían a las piedras, tras enfrentarme de nuevo a mi vieja conocida, Baba Yaga.Reuní aun pobre anciano con su amor perdido años atrás, a pesar de que este era ya un fantasma... y ambos parecieron eternamente felices antes de desvanecerse. Le di la paz a una Rusalka, una pobre muchacha a la que su supuesto amado había asesinado.

Por fin, descubrí que mi amor era en realidad una vampiro, y que era el Maestro de mi enemigo. Quería liberar al Oscuro para no temer nunca más la luz del sol, y poder bailar libre. Me amaba, y me lo demostró al final, cuando se sacrificó por mí ante la traición de Ad Avis. Al final, logré impedir que el Oscuro impusiera su reino de terror en la tierra, y el malvado hechicero pagó, esta vez para siempre, su villanía.

Había ganado, pero me sentía vacio.

Y ahora parto a la que parece será mi última aventura. Me llaman. Me piden que vaya a Silmaria, una tierra necesitan, otra vez, un héroe. ¿Qué me deparará esta nueva aventura?


Por fín, tras años de espera, hoy he podido acabar el Quest for Glory IV. Los jodidos bugs del juego me lo habían impedido durante años, pero gracias a internet, uno de mis más más queridas series de juegos de toda la vida, se aproxima a su fin.

Ya no hacen series de juegos así. Empiezo la última aventura del héroe...