Lluvia, ven.
A veces, cuando llueve, diluvia. Y eso es bueno. A veces es fácil imaginarse dioses tras esos poderes elementales, la furia del cielo, que llueva como si se hubieran abierto todas las compuertas, y sentir el agua calando cada recoveco de tu ser. Aprendí a mojarme, y cada cierto tiempo, lo echo en falta.
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