Friday, February 27, 2004

La soledad

El ser humano es un ser social. La naturaleza, que es sabia, nos dotó de muchos mecanismos de defensa para compensar la falta de otros. No tenemos garras, colmillos, o veneno; no poseemos una fuerza o velocidad descomunal. A cambio tenemos pulgares oponibles (una maravilla, esos), inteligencia, y somos seres sociales. Por eso creo que necesitamos de los demás. No siempre necesitamos mucho, pero algo sí. Y especialmente necesitamos que nos completen, por que llegamos solos e incompletos, y algo en nuestro interior, algo que no es del todo racional, busca suplir esa falta.
La soledad impuesta le hace cosas al cerebro. Cosas no del todo buenas. Cada uno ve la soledad de maneras diversas, pero los efectos de una no deseada suelen ser parecidos, todos rondan en torno a la tristeza, en un grado u otro. Es muy típico eso de sentirte solo rodeado de gente. Simplemente, la gente que te rodea no puede llenar el hueco que sientes.
A mí a veces me basta guardar en el corazón la compañía de la persona con la que quiero estar. Su recuerdo, las risas compartidas, los besos, los buenos momentos, me nutren a veces. Otras necesito desesperadamente su presencia.
Lo que quiero decir es que saber que puedes contar con la gente que quieres (amigos) o la persona que amas (pareja... o llámalo como quieras), que estás solo a una llamada de distancia, contribuye notablemente a mi felicidad. De hecho, es la base de mi felicidad. Y me gustaría estar solo a una llamada de distancia de cualquiera de las personas que quiero. Si es humanamente posible, lo estaré. Ya sabeis donde encontrarme. 

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