Claro, que ahora que lo pienso, en el supuesto de que aprendiera a hibernar (proceso realmente apasionante que implica, entre otras cosas, atiborrarse bien de grasas antes de tirarse uno durmiendo una cantidad obscena de tiempo, lo que hace notablemente apetecible todo el asunto; quizá así me levantara descansado de una puñetera vez) con algún mamífero majete, ¿cómo iba yo a saber cuando despertar una vez acabada la mala racha? Mmmmhhh.
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